TECNOLOGÍA CRISPR.UNA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA (I)
Esperemos
que algún día llegue la noticia que la Academia sueca dé el Premio Nobel de
Química a Francisco Martínez Mojica, el investigador y descubridor de la
técnica CRISP que suena más a unos cereales de desayuno que a una técnica
revolucionada para editar de forma más rápida, sencilla, eficaz y barata el
ADN. La duda es saber cuándo y, sobre todo, quiénes serán los afortunados,
porque el número son tres y hay muchos que han desarrollado esta técnica. Fue
una injusticia que el Premio Princesa de Asturias del 2015 no lo recibiera
Francisco Martínez Mojica, nadie sabía por aquel entonces que era el pionero
veinticinco años atrás.
Francisco,
es un hombre sencillo, afable, ajeno a todas las parafernalias que asegura no
verse ganador de un Premio Nobel. Son de esos hombres que todavía quedan que no
tiene WhatsApp ni están conectados a redes sociales como Facebook o Twitter
porque carece de teléfono móvil porque para él no le hace falta. Teniendo uno
en el laboratorio, otro en el despacho y otro en su casa ¿para qué otro?
Demasiados utensilios. El hombre es feliz y se siente más libre.
Su
despacho, situado en el Campus de San Vicente de Raspeig de la Universidad de
Alicante es como el de cualquier otro investigador, inundado de libros, papeles
desordenados en la mesa y revistas de investigación. Como cualquier
investigador tiene su panel de corcho donde cuelga sus postales que le llegan y
donde tiene colgadas sus postales de recuerdo de su estancia en Oxford donde
hizo alguna que otra investigación.
La
tesis de Mojica fue dirigida por Francisco Rodríguez Valera y Guadalupe Juan
Pérez quienes habían descubierto, a principio de los ochenta en las salinas de
Santa Pola, un microorganismo singular, la arquea Haloferax mediterranei, que se encuentra en ambientes de alta
salinidad donde se pensaba que no podía haber vida. Una década después
encargaron a Mojica estudiar los mecanismos moleculares implicados en esta
adaptación, los genes responsables y su expresión génica. Y para aprender las
técnicas de estudio de la estructura de ADN se tuvo que ir a Paris.
La
secuenciación fue el primero de este tipo que se hizo en Alicante y para Mojica
supuso una pesadilla y cuando obtuvo la primera limpia hubo una algarabía en el
laboratorio, de esas que hay cuando te da cuando ganas la lotería de Navidad.
Aquellos fragmentos de ADN pusieron de manifiesto la secuenciación de decenas,
cientos de veces, que se repetía de manera palindrómica cual verso. Observo que
al hibridar esa región del genoma para detectar si se transcribían, se formaba
un patrón de bandas extrañas, como manchas. Mojica pensó que era porque el ARN
transcrito estaba degradado, pero en realidad lo que indicaba es que tenía
mucha actividad.
Mojica
presentó su tesis en 1993, como de las antiguas, donde hay pegadas fotos que
luego se te caen, ahí está escrito el inicio de la historia del CRISPR.
Participo con este microrrelato, como #polivulgador , en la iniciativa @hypatiacafe para el mes de Noviembre sobre #PVGenética
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