NAVEGANDO
Siempre estuve segura. El baúl de la abuela guardaba valiosos secretos. Al menos esa era la conclusión a la que llegué cuando, siendo niña, recibí la inapelable prohibición de abrirlo.
Mi único vínculo con el interior de ese enigmático cofre llegó a través de mi precoz interés por la fotografía. Ese feliz día, mi abuela extrajo de su apreciado arcón una vieja cámara Leica de los años 50 y, con gran sorpresa por mi parte, me la regaló. Su obsequio tuvo el poder de incrementar mi curiosidad por aquel ornamentado baúl, cuyos relieves serían protagonistas de muchas de las instantáneas de mi Leica, como si el objetivo de la cámara pudiese emitir rayos X que me revelaran su contenido.
Un día de esos que pasas sola en casa, de esos de rodriguez, sin nadie en casa, decido hacer cosas que no hago antes y quiero mirar dentro del arcón de la abuela. Despejo mis libros, la ropa de encima de la tapa, cojo la llave y sin más, abro el arcón. Cosas antiguas, libros, fotografías antiguas, ropas. Verdaderas joyas que estaban ahí y que nadie me había dicho. Y ahí estaba, el Giróforo de mi abuelo y su cuaderno de bitácora. ¡¡¡ Cómo!!! ¿¿mi abuelo con un cuaderno de bitácora y un giróforo?? ¿desde cuándo mi abuelo fue marinero??
Ansiosa por ello, me puse a leer. Mi abuelo no sólo fabricaba radios sino que fue marinero en su época de juventud. Se dedicaba a fabricar Giróforos para una empresa de Valladolid…perdón?? Valladolid?? Pero si es una ciudad de agua dulce…¿¿dónde esta el mar??? Vale, vale…los mejores descubridores salieron de Extremadura y allí no había mar…no seamos de mente cerrada. Devoraba su diario, y no sólo descubrí el mecanismo y sus dibujos de los diseños del Giróforo que él fabricaba sino un avance tecnológico sorprendente para su época. Caray, con mi abuelo!!! Y según parece tuvo bastante éxito…
Mi abuelo, fue el primero en ponerle música al Giróforo para que en las noches de búsqueda de la estrella de la constelación Géminis, los marineros no se encontraran con el síndrome de la ballena rosa, es decir, la de la locura silenciosa. En los tiempos actuales, y con la tecnología actual, es lo que se llama una app de música y esa idea ya lo tuvo mi abuelo. Qué cosas!!!
El diseño, al parecer era bastante bueno, y daba un rumbo bastante bueno. Ese verano, iba a ir de vacaciones a Algeciras a pasar las vacaciones con Meki y a montarnos en su velero Barbacabra. ¿Por qué no construir un Giróforo propio? Conseguí los mejores materiales, el objetivo…seguí el diseño y el esquema de mi abuelo y me puse a ello. En dos días, ya tenía mi Giróforo. La verdad que le faltaba el detalle de la música, pero eso sería un “alta tecnología”.
Tenía que probarlo…pero Madrid no era buen sitio para ello y no tenía ni barco e irse a las barcas del Retiro de noche como que tampoco era plan. Así que esperé a irme a Algeciras y probarlo en la Barbacabra.
Nos embarcamos de noche Meki y yo en el velero y fuimos por Tarifa. Afortunadamente no había Levante. Saque el Giróforo…estuve enredando con él, que sí que no, y bueno, aquel aparatejo, parecía que funcionaba. Encontré lo que quería, sí, la estrella de la constelación de Géminis. Mientras Meki se ponía a cantar por soleares. Ya teníamos la música deseada.
Enhorabuena, Anna, por tus primeras publicaciones en el blog. Van tomando forma, permitiéndote descubrir tu estilo al escribir. Sigue practicando que este lector va a seguir la pista de tus relatos.
ResponderEliminarUn abrazo,
José Antonio