EL NIÑO QUE QUISO VOLAR
Siempre quiso ser astrofísico. Era
un niño inteligente, un poco introvertido, tímido pero muy atractivo para el
sexo opuesto. Jugaba con la panda de su barrio en verano a poner petardos, al
fútbol o al nuevo juego de moda, el beisbol. Pero cuando subía a su casa, en la
gran ciudad, se asomaba a la pequeña terraza para ver las pocas estrellas que
podía deslumbrar desde aquel cielo libre de contaminación que le dejaba ver la
gran urbe mientras era observado por las jóvenes de su barrio que bebían los
vientos por él y que él apenas se daba cuenta porque estaba en otra galaxia.
Una galaxia marcada por TBOs donde había leído que en el S-XXI vendrían los
extraterrestres a invadir la Tierra o que el hombre viajaría al espacio y
conquistaría otros mundos.
Cuando el Apolo 11 aterrizó en la
Luna el 20 de julio de 1969, él, al inicio de la adolescencia, estaba pegado en
la TV oyendo a Jesús Hermida narrar cómo Louis Amstrong pisaba por primera vez
la Luna. Sentía en su foro interno un poco de envidia sana. Quería ser cómo él.
Días después, con una caja de cartón y una silla, unas cacerolas y unas tapas
estuvo simulando a modo de juego como si el que llegase a la Luna fuera él en
el salón de su casa. A punto estuvo de saltar por la terraza con un petardo de
gran dimensión cuando su pretensión era irse directamente a la Luna y su madre,
asustada al ver semejante le paró en plena faena. Le bajó del sueño por unos
meses.
Pero él siguió soñando. Soñaba
con construir una enorme nave, soñaba con investigar planetas, soñaba con
viajar. Eran tantos los sueños que tenía, que se perdía en ellos de tanto mirar
las estrellas. Hasta que se decidió por estudiar Astrofísica. Una carrera difícil
para la época en el país.
Se marchó fuera. En una de sus
investigaciones descubrió una galaxia sin igual. Eran dos planetas con un único
sol, en el que ambos planetas giraban en sentido contrario con respecto al otro.
Eso hizo que tuviera un puesto bueno en un centro de gran renombre.
Pero un día, sentado en el parque
en el año 2010 pensó: “¿Y dónde está los extraterrestres que yo creían que
vendría a conquistar la Tierra? ¿y las naves voladoras? ¿y los coches volantes?
¿Y los viajes interespaciales?” y poco a poco dejo de pensar y volvió a su
galaxia particular y dejó de tener contacto con el mundo terrícola
Inspirado en una conversación con
un amigo llamado José Luis alias “Bukowski”
Participo con este microrrelato, como #polidivulgador , en la iniciativa @hypatiacafe para el mes de Marzo sobre #PVCosmos
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