FRANCIO, EL HIJO DE PEREY (I)
Su madre le había preparado el desayuno aquella mañana mientras ella estaba de aquí para allá por la casa ultimando las cosas para su primer día:
-
Lo llevas todo- le dijo su madre con voz
cuidadora.
-
Si, mama, no me pongas nerviosa, que si no se me olvida algo-le replicó Marguerite.
-
Ve tranquila y no te pongas nerviosa- su madre
le insistió, más de tranquilizarla, conseguía ponerla aún más nerviosa.
Marguerite siempre quiso ser
médico pero tras la muerte de su padre la familia no tuvo recursos para ello.
Con esfuerzo y a pesar de la oposición de su madre que quería que Marguerite se
dedicase a tener una familia, consiguió un título de técnico de laboratorio
químico en la Escuela de Enseñanza Técnica Femenina. Así que el contrato que se
le ofrecía iba a estar muy próximo a la medicina a corto plazo.
Aún recuerda cuando fue
entrevistada por Marie Curie. Recuerda esa mañana cuando se presentó una señora
muy amable y vestida con ropas de trabajo que confundió con la secretaria del
laboratorio. Fue al hablar con ella cuando se dio cuenta de su inteligencia y
del dominio de las materias y que era la fundadora del Instituto del Radio. Se
puso más nerviosa de lo normal y aquello le resultó intimidante. Sin embargo,
Perey se sorprendió al encontrar que había sido contratada e iba a trabajar con
nada más y nada menos que con Marie Curie, ganadora de dos premios Nobeles.
Nada más entrar por la puerta del
Instituto en su primer día, sus primeros pensamientos fueron:
-¿Dónde me he metido? ¿Y si no lo
hago bien? – Se decía a ella misma en su cabeza.
- Confía en ti, si estás aquí, es
porque habrá visto algo en ti, toca demostrar lo que vales – Y así una y otra
vez era su discurso.
- Buenos días Marguerite- Le
saludó Madame Curie, volviéndole a la realidad- toca empezar con el trabajo,
¿estás lista?
-Mais oui, Madame- contestó
tímidamente Marguerite.
Marie Curie y Marguerite Perey se
volvieron inseparables durante años. Marguerite absorbía lo que su maestra le
enseñaba y Marie disfrutaba de tenerla en su laboratorio. Esa unión duró hasta
1934 en que Marie Curie murió a causa de la radiación.
Como llevaba algún tiempo
trabajando en elementos radiactivos, tras la muerte de Marie fue propuesta como
radioquímica, un puesto bastante interesante dentro del Instituto.
Un día tomando un café en la sala
de descanso, vino Debierne
descubridor del actinio:
-
Marguerite, ¿quieres trabajar en mi grupo?
Necesito una persona de tus características – Le propuso André.
-
¿Quién yo? Estoy ahora misma enfrascada en unos
proyectos que Madame Curie quería terminar – replicó Marguerite.
-
No te preocupes, ya he hablado con Irene y ella
ya he encontrado sustituta, me ha dado su beneplácito y te puedes venir a
trabajar conmigo – él la miraba con insistencia.
-
No sé qué decir, es tentadora su oferta – ella
quedó en silencio pensando unos minutos – voilá, ¿cuándo podría empezar?.
-
Ya mismo, si quieres – André contestó
entusiasmado.
André Debierne sabía que Marguerite Perey tenía buenas
ideas y que podría continuar con la preparación de las muestras de actinio
Este cuento
participa en la iniciativa de @hypatiacafe con el tema #PVelementos del mes de agosto
Esta inspirado en Marguerite Perey
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