DESPEDIDAS

Este curso que se acaba será marcado por un año de despedidas. Personas que aparecen después de 43 años en tu vida y que es mejor que no hubieran aparecido porque remueven viejas heridas, heridas incurables. Te despides sin decir nada, desapareciendo, más por salud mental que por otra cosa, aunque te llevas un sentimiento de culpa. Ese sentimiento de culpa que va destruyéndote hasta que te das cuenta que ellos hicieron lo mismo y no lo tuvieron.
Te despides de personas que quieres que se queden en tu vida pero que poco a poco se van yendo sin que tú puedas hacer nada y que tu impotencia, habladurías y las conversaciones que nunca sucedieron hagan que nunca todo vuelva a ser como el principio. Te despides por carta, por whatsapp, por bloqueos de formas muy inmaduras, esperando que quizás haya una vuelta en un futuro. Ya no nos despedimos como antes, pero es que tampoco antes me gustaron las despedidas. Y la culpa vuelve a aparecer.
Dices adiós a amistades que te utilizan, que no te escuchan, que te hacen sentir más sola de lo que estás. De esas, mejor decir un adiós cortés. ¡¡¡ Qué contradicción. ¡!! Las despedidas importantes no se hacen como deben de hacerse y las que ya están cansadas de todo las haces de forma elegante.
Debería de despedirme de mi misma, de esta etapa tan negra y horrorosa, de mis lágrimas en la soledad de mi habitación, cuando nadie me ve. Simplemente tengo que despedirme de mi misma y esa forma tan extraña de decir adiós y no sentirme tan culpable por ello.

Microrrelato para @divagacionistas #relatosDespedidas mes de Junio

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